Soltar y dejar ir!!!
Una de las despedidas más difíciles ocurre cuando amamos a
una persona y, al mismo tiempo, vemos que no es posible construir una relación
sana a su lado. Es un momento de profunda introspección, donde el corazón y la
mente se debaten entre quedarse o partir.
Pues quedarnos implicaría seguir esperando cambios que no
llegan, tolerar acciones que nos duelen, aceptar el mínimo esfuerzo, perdernos
en el intento de no perderle. A veces, la esperanza nos ata a situaciones
insostenibles. Nos aferramos a la idea de que las cosas mejorarán, pero la
realidad es que no siempre sucede así. La valentía está en reconocer cuándo es
momento de soltar y dejar ir.
Sabemos que irnos dolerá; pero será la ruta que nos lleve a
sanar. El dolor de la despedida es inevitable, pero también es el primer paso
hacia la curación. Al alejarnos de lo que nos lastima, permitimos que nuestras
heridas cicatricen. Es un acto de amor propio y autocuidado.
En cambio quedarnos solo seguirá abriendo la herida más y
más. Permanecer en una relación tóxica o insatisfactoria prolonga el
sufrimiento. Cada día que pasamos en esa situación, la herida se profundiza. Es
como si estuviéramos rasgando una herida abierta una y otra vez.
Recuerda que cada despedida es una oportunidad para crecer, aprender y transformarte. A veces, el mayor acto de amor es soltar lo que ya no nos nutre, para dar espacio a nuevas experiencias y personas que sí lo harán.