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martes, 26 de agosto de 2025

Viviendo la navidad

 

No me gusta la manera cómo todo se ha vuelto comercial: Todo tiene un precio y todo parece negociable. La navidad no escapa a esta fuerte tendencia. Estos días que debieran estar marcados por la alegría, la comprensión y la búsqueda terminan marcados por el estrés que ocasiona el querer tener lo que no se tiene, por los sentimientos de envidia y de rencor que se genera por las vivencias de frustración personal frente a los triunfos de los otros, por la necesidad de embriagarse y liberarse, así sea por el momentáneo instante de la borrachera, de todo lo que no nos deja sonreír plenamente. Por eso para muchos este tiempo no es un tiempo de felicidad sino de tristeza y de depresión. Me atrevo, desde mi experiencia personal y de las pocas respuestas espirituales que he ido encontrando en mi propia búsqueda, a presentarles unos “consejos” para este vivir la navidad:

Es una negación a la soledad. La navidad es la afirmación de que Dios es un Dios-con-nosotros. Un Enmanuel. Uno que ha decidido estar siempre a nuestro lado desde dentro y desde afuera llenándonos de su poder y de su alegría. Por eso aunque hoy no estés cerca de los que amas y de son importantes no puedes dejar que los mensajes cifrados de los distintos medios te hagan sentir solo porque nunca lo estás. El niño que nace en el pesebre así te lo asegura. Sal de ti y comparte con otros todo lo que tienes para dar, no te quedes llorando el que la gente que amas no esté a tu lado.

Es una oportunidad para perdonar. Nosotros muchas veces necesitamos pretextos para hacer las cosas. Pues bien Navidad, es uno de esos pretextos para perdonar. Nunca hay razones suficientes para perdonar, esa es una decisión que se toma desde la gratuidad, desde “el me da la gana”. Si. Perdonar es un regalo y te lo puedes dar en este tiempo. Para eso no necesitas pensar mucho sino tomar la decisión y mantenerte en ella. Recordar sin dolor es de lo más liberador que le puede pasar a uno en la vida, ya que fluye para alcanzar la plenitud.

Si tiene precio es muy barato. A la gran mayoría de los seres humanos de esta sociedad tratamos de mostrar cuando vale, pesa y brilla el regalo que hacemos, cuando realmente lo más “valioso” de la vida, lo que trata de capturar lo “sublime” no vale, no pesa y no brilla. Los regalos que más nos hacen felices son aquellos que nos comunican algo que el dinero no puede hacer presente. Se trata del detalle, de la sorpresa, del amor, de la atención lo que le da sentido al regalo porque nos hace sentir importantes, amados y valorados. Ojala aprendamos a darnos que eso lo que los otros necesitan.

La familia es lo primero. La familia es el laboratorio social más importante. Allí aprendemos a ser. Todo, en distintas proporciones, lo aprendemos allí. Por eso en este tiempo tiene que haber espacio para ella. Se debe tener claro el lugar que ella ocupa en la pirámide axiológica personal. Sin tiempo y atención para la familia es muy difícil que esta sea lo que tiene que ser un espacio de felicidad y crecimiento. Todo debe tener su tiempo y su espacio. Sin ser equilibrado y organizado muy seguramente se deterioran las áreas que nos parecen estar mejor y menos tiempo le dedicamos, una de ellas siempre es la familia.

Dios habla hay que escucharlo. Navidad sin experiencia espiritual es como una luna de miel sin pareja. No tiene sentido. Jesús de Belén es el centro de este tiempo y por ello es bien importante que en este tiempo cada uno mire su propuesta evangélica y trate de imitarlo en su vida para que pueda sentirse realizado.

Espero que estas sencillas reflexiones les ayuden a tener en este tiempo una experiencia de crecimiento.

Cree en ti mismo

 

Somos hombres de fe. Esto es, somos seres humanos que saben que el sentido de la vida no se encuentra encerrado en las estructuras de la historia; sino que la trasciende y le viene de Dios. Estamos seguros –a partir de las experiencias existenciales que hemos tenido- que Dios nos ha creado por una decisión de amor y quiere lo mejor para nosotros. Sabemos que cada una de las circunstancias cotidianas que vivimos debe ser vivida y construida desde una relación amorosa e íntima con nuestro Creador.

Esa fe se manifiesta en la certeza de no sabernos solos en el mundo, de saber que contamos con la ayuda divina y que Él –aunque nunca nos suplanta en las luchas diarias, ni hace magia en nuestra vida- está siempre presto a actuar en nosotros para que logremos lo que hemos soñado. Por ello, somos optimistas y alegres a la hora de vivir pues sabemos que quien todo lo puede –el que vive en el apartamento azul- nos ayuda a salir adelante.

Pero esa fe debe que traducirse en actitudes de vida. Una de ellas es ir más allá de lo inmediato, de lo material y de lo útil. Es ser capaz de captar lo que está más allá de lo que vemos y tocamos. Es darnos cuenta de que debemos ser capaces de trascender para descubrir el significado de cada situación y así tener esperanza y paz en el corazón. Sin esa capacidad de trascender, nos hundimos en el mar de las preocupaciones, de los miedos y nos doblamos ante el peso del problema. Pero si trascendemos -y vemos más allá de lo que está ante nuestros ojos- podemos sentir la fuerza interior de Dios y darnos cuenta de que detrás de esos problemas, hay lecciones para aprender a vivir.

No te ahogues en el mar de lo inmediato; navégalo en la barca de la fe y ve al puerto seguro que se esconde detrás. También sé capaz de ir más allá de lo material, de lo que se puede tocar o de lo que brilla y pesa. Esto puede ser importante, valioso, para la vida; pero no es lo único, ni es lo absoluto. Es hora de que seas capaz de revisar tu pirámide de valores y de darte cuenta cuál es el que la preside. Ese será el eje de los esfuerzos de tu vida. Y te aseguro que quien tiene en la cúspide: lo material, el dinero, el billete, la fama, el poder, ese no podrá ser feliz plenamente porque hay cosas que el dinero no puede comprar y que los besos, la amistad, la solidaridad, sí.

No puedes ahogarte en el mar de lo útil. ¿Cuántas cosas aparentemente inútiles son necesarias y fundamentales en la vida? La vida no se hace sólo de lo que nos sirve para algo, hay cosas que no nos sirven para nada pero nos hacen seres humanos. Nuestra capacidad de dar significación nos ayuda a no caer arrodillados ante el imperio de lo útil. Esas son manifestaciones de tu fe. En eso tendría que notarse tu fe.

Hoy te quiero invitar a que vivas tu fe en el instante en el que estás, no importa qué estás padeciendo o gozando, allí debe notarse tu fe. No puedes comportarte como uno que no cree, como uno que no sabe del poder de Dios. Tú tienes que ir más allá de la oscuridad que está ante tus ojos y darte cuenta de que Dios es la luz que lo ilumina todo. Tú tienes que ir más allá de toda enfermedad y darte cuenta de que con una sola palabra del Señor basta para que sanes. Tú tienes que ir más allá de toda división y darte cuenta que el Espíritu Santo nos une y nos llena de su paz.

Sí, mi hermano, no puedes dejar que las dificultades te hagan tener un día sin ganas y sin fuerzas. Muestra que tienes fe, creyendo en ti, en que lo mejor está por venir y en el poder triunfador de Dios en tu vida. Hoy tienes que confiar en el poder de Dios y luchar con todas las fuerzas. No eres un perdedor. Eso lo sabes y hoy muestra esa fe en Dios dejando ver que sabes triunfar y que sabes lanzarte hacia delante. Te bendigo y te animo a seguir en la lucha. Confía en el poder de Dios

No te rindas

No te rindas, aun estas a tiempo

de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,

liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,

aunque el frio queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se esconda y se calle el viento,

aun hay fuego en tu alma,

aun hay vida en tus sueños,

porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,

porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,

porque no hay heridas que no cure el tiempo,

abrir las puertas quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,

recuperar la risa, ensayar el canto,

bajar la guardia y extender las manos,

desplegar las alas e intentar de nuevo,

celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas,

aunque el frio queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se ponga y se calle el viento,

aun hay fuego en tu alma,

aun hay vida en tus sueños,

porque cada día es un comienzo,

porque esta es la hora y el mejor momento,

porque no estas sola,

porque yo te quiero.

Creo en la amistad

 

Me gusta la gente auténtica. Aquella que no usa máscaras, ni caretas para esconder quién es y cómo vive. Me fascina relacionarme con la gente que no saca relucir sus “buenas costumbres”; ni quiere enrostrarles a otros sus supuestos abolengos y alcurnias medievales, propias de épocas oscurantistas.

No puedo negar mi admiración por aquellos que tienen el don de hablar sencillo y decir cosas profundas. No sé nadar en el mar de las palabras rebuscadas que termina siendo bien llanito. No disfruto hablando con quienes viven contando sus acciones heroicas, las grandes cifras que tienen en sus cuentas corrientes o los cipotes negocios que se les han ocurrido. Nada de eso me gusta, ni lo disfruto sino que huyo de esas experiencias.

Soy de campo: no sé comer caviar pero sí sancocho. Digo algunas palabras que me han dicho que son malas –pero nunca me ha explicado satisfactoriamente por qué lo son-, me encanta gritar y reír a carcajadas; aunque muchas veces me han dicho que eso no es bien visto por la sociedad.

Me gusta encontrarme con aquellos a los que la sociedad ha despreciado por sus errores y me fascina aprender de ellos. Me gusta el vallenato, la música de cuerda, , en cambio disfruto muy pocas de Mozart o Bethoven –sé quienes son y lo grandioso de su aporte a la humanidad pero no dicen mi gusto-. Me gusta vestir de bluyines, camisetas, zandalias así más de uno crea que eso no expresa la dignidad de medico naturista que Dios me regalo sin yo merecerla.

Soy bueno para pelear, discutir y hacer valer mis derechos, aunque a alguno se le ocurra pensar que por eso no soy humilde. Creo en la amistad. En esa amistad que experimento en los relatos de uno que dio la vida hasta por un traidor como Judas.

Ni modo, usted está leyendo a un un hombre de pueblo, a uno que no quiere esconder su múltiples defectos ni cree que gracias a la profesión ahora es más gente o tiene mejores costumbres; a uno que le gusta la comodidad –y trabaja dura por tenerla- pero que no olvida que nada de lo que se tiene llega a valer más que el corazón. Usted lee a uno que sabe que las carencias son bendiciones; a uno que no cree en un Dios inquisidor y destructor del hombre que busca hacerle pagar con fuego ardiente el placer que este ha vivido.

Soy quien quiere evitar sacar el dedo índice para hacer sentir a otro culpable, y que no hace de la crítica su mejor virtud. A uno que es un pecador –tal vez el más grande de todos- pero que todos los días tiene una lucha honesta y sincera por ser coherente y trata de identificarse plenamente con Cristo, pues no soy mucho de ir a la iglesias pero me considero un poquito espiritual.

Disculpen que hable en primera persona; pero siempre es mejor hablar concretamente. Todo esto es para invitarlos a ser personas auténticas (honrados, fieles a sus orígenes y convicciones), a no cargar máscaras, ni cruces que no ayuden a ser felices. No vivan la vida que no quieren vivir. Dios nos quiere felices, siendo quienes somos y luchando todos los días por ser mejores. Se trata de vivir sin superestructuras que nos doblen la columna y nos obliguen a ver el piso como horizonte, en vez de estar erectos y con la mirada hacia el horizonte infinito. Se trata de entender que, no porque hagamos sentir menos a los demás, nosotros vamos a ser más; o que deseando y envidiando lo que los otros tienen, vamos alcanzar a llenar el vacío que tenemos en el alma.

Seguro decepciono a más de uno de mis lectores y seguidores del facebook, pero no puedo engañarme -ni engañarlos- diciendo que el camino de la puerta ancha es mejor que el de la puerta angosta, sólo siendo nosotros mismos, eso sí cada día luchando por ser mejores, podremos llegar a mirarlo a la cara y recibir una palabra de bendición.

Suelta los apegos

 

Saben que el relato de Bartimeo (Marcos 10,42-56) me gusta mucho. De hecho lo he comentado aquí en varias oportunidades; pero quiero volver a compartir con ustedes un dato que me parece iluminador para este día: el ciego Bartimeo arroja su manto y da un salto y llega donde Jesús. Es un acto de renuncia y de liberación; pero a la vez de fe en Jesús, el Señor.

El manto tiene un significado muy importante en el contexto bíblico: “Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás a la puesta del sol. Porque eso es su única cubierta; eso es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿Con qué más ha de dormir? Cuando él clame a mí, yo le oiré; porque soy misericordioso.

Este hombre, ante la invitación de Jesús, deja todo lo que es valioso para él, sin embargo es aquello que, a la vez, le impide encontrarse con el Señor. Revisa su vida y se da cuenta de qué es lo que obstaculiza su encuentro con el Señor y se libera de eso. Creo que eso es lo que muchos tenemos que hacer para que el Señor sea el dueño de nuestra vida: aprender a renunciar y “a dejar ir”. Ese es uno de los caminos que conduce a la madurez y al verdadero encuentro con Cristo Jesús.

Imagino a más de uno de los que me lee en este momento, diciendo que no es posible renunciar, que eso va en contra de la dinámica de la vida que exige siempre atesorar, codiciar; pero estoy seguro de que sólo quien pueda ser libre frente a todas las cosas podrá abrir el corazón de tal manera que Dios acontezca en su corazón con una acción liberadora y realizadora. Muchas veces somos incapaces de dejar aquello que nos está dañando y que nos impide ver la realidad desde el corazón de Dios. Y no lo dejamos por miedo, pues creemos que sin esa realidad o sin esa persona, no vamos a poder ser felices. Estamos tan acostumbrados a ello que no entendemos la vida sin eso. Se necesita libertad y decisión.

Cuántos de los que me leen están sufriendo por una persona que les dijo que la relación había terminado, o porque perdieron “algo” que consideraban muy importante. A ellos debo decirles que es necesario tratar de comprender por qué se dan estas experiencias y abrirse a las nuevas posibilidades que la vida les trae. No podemos vivir esclavizados a lo que ya no es nuestro o simplemente nos está dañando. Hay que abrir la mente y ser capaces de mirar con esperanza la renuncia que estamos viviendo. Toda renuncia nos da siempre nuevas experiencias y posibilidades de realizarnos. Eso fue lo que hizo Bartimeo, no lloró por dejar el manto; sino que se abrió a la bendición que se hacía presente en Jesús. Eso lo sanó y lo hizo vivir de una manera nueva. Esa actitud le transformó la vida. Lo hizo pasar de ciego, mendigo y de ver pasar la vida sin caminar; a ser alguien que ve, que es dueño de sus decisiones y se vale por sí mismo siendo capaz de construir camino “tras de Jesús”.

Esa es la fe, ser capaz de dejarlo todo para entregar el corazón a Dios. ¿Cuáles son las renuncias que tendrías que hacer tú? ¿Estás aceptando con inteligencia y sabiduría las pérdidas que has tenido en tu vida?

Perdiendo se aprende a ganar

 

De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo.

Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré.

Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo.

Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía.

Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda.

Traté siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome).

Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran.

Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido.

Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte … por eso disfruto el momento y lo que tengo.

Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mí me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea.

Que la verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla.

Que quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas.

Que ser fiel no es una obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti.

Eso es vivir. ... La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sinsabores…

Aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables.

Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón pero siempre hay alguien realmente dispuesto a sanarlas con la ayuda de Dios.

Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre.

Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan.

Lo mejor está pasando...

Fracazar como humano

 

Hoy te quiero dar la fórmula para que fracases como ser humano. Te aseguro que si sigues al pie de las letras estás indicaciones vivirás frustrado, derrotado, amargado y no tendrás nada. Te aseguro que si cumples a pie juntillas cada paso que te doy en esta reflexión, podrás tener una vida sin sentido como la que estás buscando.

1. No tengas prioridades. Dale a todo la misma importancia. No vayas a creer que tu familia es más importante que una fiesta, ni vayas a creer que el trabajo es importante. Vive al garete. Sin saber para dónde vas ni que quieres. Puedes gastarte la plata de la comida en rumba, puedes vestirte bien aunque te ahogues en deudas. Deja a los tuyos por una aventura de una noche; no hagas lo que toca, sino lo que quieres.

2. No tengas disciplina. Eso aburre a la gente. No cumplas ninguna responsabilidad y trabaja cuando quieras y cuando no quieras no lo hagas. Vive como si fueras a vivir mil años, sin ahorrar, sin tener en cuenta el futuro y dedicándole todo el tiempo a las cosas menos importantes. Vive con la ley del menor esfuerzo y puedes dejar para mañana cualquier trabajo sin que se te asome algo de culpa.

3. Excúsate siempre. Tú nunca fallas. No aceptes jamás que pudiste hacer algo mal. Al contrario culpa a otros y trata siempre de sacar una excusa y un pretexto para no dar lo mejor. Además eres ingenioso y no te faltará inteligencia para encontrar los motivos lógicos por los que no pudiste hacer algo.

4. Recompénsate sin alcanzar las metas, celebra antes de que llegues al objetivo. Desprecia a los contendores como hizo la liebre con la tortuga. Vive por el placer y nunca pienses en sacrificarte eso es un castigo que no te mereces. Además para qué te pones a esperar alcanzar un logro para gozar, qué tal que no lo consigas y te quedes ahí esperando por siempre.

5. No distingas entre objetivos parciales y los finales. Celebra uno parcial como si ya hubieras ganado todo y olvídate de programar bien la vida. Ganar es ganar, es igual que sea el primer partido o la final del torneo, igual te dan los mismos puntos al principio o al fina.

6. No crezcas. Sé siempre el mismo adolescente de antes. Pide a tu papá o a los que están a tu lado que resuelvan las situaciones más difíciles de tu vida. Dedícate a tener todas las parejas posibles, no pienses en organízate y sentar cabeza, eso es de viejos. Además nada más aburrido que volverse uno adulto, porque se va volviendo más serio, más tranquilo, más mesurado… ¡qué hartera!

7. Vuelvete fanático de la religión y cree que todo es responsabilidad de Dios. Literaliza las Sagradas Escrituras sin importar que son de otra cultura, otra lengua, otra época; ni aceptes que son un producto literario. No seas coherente entre la vida y la fe. Ve a la Iglesia y ya, no importan que no vivas nada de lo que dices creer. Culpa a Dios de lo que te sucede o cree que Él lo hizo todo y que el resultado no fue fruto de tus esfuerzos sino de su acción mágica. Ponte a pensar en el final del mundo -que será el 30 de febrero del 2012- y asústate tanto que no hagas nada más, por que cómo decía una vecina: a comer, comer, que el mundo se va a acabar.

8. No cuides tu salud. Eso de andar pensando en saber comer es de locos. Daña tu cuerpo con todo lo que puedas y por favor no vayas nunca donde el médico.

9. No tengas ningún pensamiento ecológico !Por favor! hay que destruir el planeta rápido antes que lleguen los extraterestres -que según algunos ya están entre nosotros- y se queden con lo que es de uno.

10. Confunde amor con enamoramiento y placer. Dedícate a vivir como todo un hedonista y no creas jamás en que hay otras cosas tan valiosas como el placer. Con el dinero todo se puede comprar.

Bueno espero que sigas estos mandamientos del fracaso. La verdad cada uno hace con su vida lo que quiere. Y tú puedes destruir la tuya; que, al fin y al cabo, es tuya.

Una propuesta diferente

 Una propuesta diferente 1. Procura tu sobriedad... por sobre todas las cosas , por sobre todas las causas. 2. Teme a Dios.   Es el prin...