Les propongo 3 temas a tener en cuenta para ser los dueños
de nuestras vidas, de nuestros proyectos, de lo que queremos ser y alcanzar en
nuestra historia.
Un autor que sigo mucho, que leo porque me nutre para mis
brindarle consejos a los pacientes que me visitan y para escribir mis
reflexiones, es Jhon Maxwell, quien sobre el liderazgo de nuestra propia vida
propone 3 R.
La primera de ellas: Requisitos. Todo lo que quiero alcanzar
me exigirá algo. A cada meta le anteceden unos requisitos; por ejemplo, cuando
queremos conseguir un trabajo, nos van a pedir una formación mínima como
garantía de que podemos hacerlo bien. Del mismo modo cuando elegimos una pareja
establecemos unos requisitos, queremos que tenga algunas condiciones o la otra
persona, también tendrá unos que debemos cumplir. No sirvo para todo, no tengo
habilidades para hacerlo todo bien.
Tengo que ser consciente de que tengo talentos, pero también
tengo limitantes. Por ejemplo, a mí me encanta el fútbol, pero sé que no soy un
buen jugador, que no tengo las cualidades que se necesitan para practicar ese
deporte a un alto nivel. Como responsable de mi vida, la pregunta que se tiene
que hacer es: qué debo hacer que nadie puede o deber hacer por mí?
La segunda R tiene que ver con los Resultados. Es decir, se
pregunta por lo que sucede con lo que hacemos. Si queremos de verdad ser gente
que triunfe, que haga la diferencia, tenemos que ser conscientes de los
resultados que se presentan con lo que hacemos. Porque muchas veces nos gusta
una actitud, nos gusta un modo, nos gusta un método para hacer las cosas; sin
embargo, eso que nos gusta, no es algo que produzca los resultados que
quisiéramos. Si queremos resultados distintos, seguramente tendremos que hacer
cosas distintas, tener nuevas maneras, asumir actitudes que hasta ahora no
hemos tenido. Si nuestra relación de pareja no funciona, no tiene para nosotros
los resultados existenciales que queremos, entonces hay que intentar algo
diferente, que hasta ahora no intentamos. Los resultados no son algo
caprichoso. Ni se dan porque tengamos suerte o estemos “de malas”; sino que
tienen una relación muy lógica con lo que hacemos, con la manera cómo asumimos
la vida, cómo nos preparamos, cómo nos decidimos a enfrentar nuestra
existencia, nuestras relaciones, nuestras responsabilidades y obligaciones.
La tercer R es Recompensas. Es decir, sobre los modos en los que recibimos los beneficios de nuestro esfuerzo. Todo vale la pena, siempre y cuando nos llene y le dé sentido a la existencia que tenemos. En este sentido, debemos preguntarnos qué produce la Recompensa más grande? Estamos hablando de satisfacción personal. La vida es muy corta para dejar de hacer las cosas que uno disfruta. Hago otras cosas pero siempre le dedico tiempo a las que más me gustan. Estoy seguro de que la mejor recompensa es ser feliz. Estoy seguro de que necesito recompensas; pues de lo contrario caigo en el aburrimiento y el desgano. El gran problema pasa cuando nos recompensamos antes de tiempo; es decir, no hemos alcanzado la meta y ya nos estamos comiendo los frutos; no hemos cosechado y ya nos acabamos los recursos de la cosecha; entonces nada tiene sentido y nos desmotivamos. Y veo mucha gente desmotivada por ahí, ya sea porque nunca se dan una recompensa o porque se las dan sin que alcanzaran sus metas. Cuando uno logra una meta, tiene que sentir que valió la pena ese logro. Por eso cuando conquisto un objetivo, me doy una recompensa.